lunes, 9 de julio de 2012



Son bonitas las casualidades. Y el atrevimiento.
Las ganas de crear algo nuevo, diferente, partiendo de cero. Sin mentiras, sin nadie que pueda judgar tus actos. Sólamente una pantalla, las ganas de conocerse, y poco más. Aquí ya no importa el qué dirán. Sólamente importa que cuando una conversación acaba, una de las dos partes tiene ganas de más. Eso es lo bonito.
La magia de querer seguir conociendo la historia del otro. El interesarse, el descubrir. El ir sabiendo cada vez un poquito más. El imaginarse su voz, y cómo serán de cálidos sus abrazos. Las palabras que podría decirte en persona para tranquilizarte, y las que nuca sería capaz de pronunciar en voz alta. El preocuparse cuando falla la rutina de que uno de los dos espere ansioso los mensajes en la pantalla de la otra persona. Eso también es bonito, e interesante.
La paciencia, y la urgencia por querer saber más. Los pensamientos de 'qué estará pensando sobre mí'. Y los impulsos protectores. Aunque sean sin quererlo.
Aunque no hay que adelantar acontecimientos, claro.

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