lunes, 27 de agosto de 2012

Cartas de un aldeano a su princesa;


Los días de verano ya no son lo mismo sin ti.
La playa echa de menos los besos a escondidas que nos dábamos, y dice la Luna, que desde que no cuento los lunares de tu espalda, he perdido la cabeza. Que los días son muy largos, y los besos que me doy ahora con otras personas para sustituir los tuyos, no son precisamente bonitos. Ya no amanezco charlando con cara de loca, y siento que mi vida es como un huracán.
Que ya no acabo majareta, porque tú ya no te quitas la ropa, y que no soy capaz de contar las estrellas, si no es agarrada de tu mano. Me han dicho muchas veces que la vida es una colección de recuerdos, pero nada como tú recuerdo tan bien.
Nuestro amor de contenedor. Un amor que habla, un amor que ladra, un amor que ruge.
Las veces que amanecíamos juntos en tu cama. Yo dando patadas al Sol, y tú enfadado con el despertador. Las caricias coleccionadas a los pies de tu cama, y las botellas de vodka llenas de sonrisas. Las arrugas que se te formaban alrededor de los ojos cuanto te miraba directamente a las pupilas. Tus uñas mordisqueadas, y tus cosquillas en el cuello.
Las veces que nos chocábamos, sabiendo que si nos juntábamos, estaríamos provocando llamas. Las chispas que aún quedaban después de pasar una noche entera juntos, y las cenizas de todo lo que un día fue nuestro.
Cómo me cogías de la mano para caminar por la playa, y me decías que el mundo era de los dos, y que nunca habría amor más grande que el que tú sentías.
Tus mentiras, y tus sonrisas de después. Tus siestas tumbado en mi pecho, y las caricias que se te escapaban bajando por debajo de mi ombligo. Tus besos de buenos días, de buenas tardes, y de buenas noches. Tu risa, y tu prisa por darme un beso. Y que botón de tu camisa desabrochaba primero.
Que ya no te quiero, que eso te quede claro, pero hay mentiras que son verdades en el fondo de mi vaso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario