domingo, 7 de abril de 2013

Ocho meses más tarde... (día doscientos cuarenta)

Me he dado cuenta de que lo nuestro es así. Unas veces me das una de cal, y otras muchas, me las das de arena. Y por mucho que lo intentemos, nuestra historia no acaba.
No consigo llegar a cerrar nunca ese capítulo, esa parte de mi historia que se resume en ti.
No puedo.
O no quiero.
O ya puestos... no quiero querer.
Porque sé que después de mucho camino recorrido contigo sin ti (olvidándote), tarde o temprano vas a aparecer tras la misma barra del mismo bar de siempre, con tus ojitos, tu sonrisa, y tus maneras.
Y lo queramos o no, volveremos al principio de nuestra historia; a días con planes bonitos que no van más allá que tenerte a mi lado; a tu voz sonando en cada uno de los rincones que iluminabas al sonreír; al secretismo del amor prohibido, y el gusto porque fuese tan nuestro, al igual que las buenas noches antes de dormir.
Y sé que después de mucho camino recorrido contigo sin ti (olvidándote) (tratando de olvidarte), tarde o temprano, lo queramos o no, mi espera se convertirá en la tuya, y tu impaciencia se convertirá en mi pan de cada día.
Lo queramos o no, , sabes, sabemos, que por mucho camino que recorramos, y por mucha historia de nuestras vidas que queramos escribir, va a haber un capitulo siempre incompleto, con la mitad del folio en blanco; listo y siempre dispuesto a que continúe nuestra historia.
Y yo que brindo por ello.

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