lunes, 10 de septiembre de 2012

Día dos;


Pues aquí estoy otra vez, intentando poner mis pensamientos en orden, mientras suena de fondo mi querido Nickelback. Ni siquiera sé por donde debería empezar.
La verdad es que ha habido cosas que darían para escribir durante horas, o incluso días. Y yo sigo sorprendiéndome de lo que dan de sí las miradas...
¿Por qué no empezar por el principio? Con eso de: el que la sigue la consigue. Con miradas inocentes que después de unos días acabaron convirtiéndose en besos. Con sueños que creíamos imposibles, y que se transformaron poco a poco en sonrisas y paseos de la mano. Cómo creer que las cosas iban a salir de esta forma. Tú con tu novia, y yo aquí, en la recámara, como quien dice. Tú acompañándola a casa de la mano, para después pasarte discutiendo las horas muertas conmigo. Qué mejor pasatiempo que hacerme de rabiar, para después verme reír. Qué puede haber mejor que tu sonrisa en una noche sin estrellas. Y tu indecisión, y mi confusión. ¿Qué hay de eso?
La verdad es que me alegraba de verte, y más aún de que no te hubieses olvidado de mi, pese a que siempre he tenido claro que los amores prohibidos son los que más tardan en olvidarse. Sabía que las cosas iban a ser extrañas, pero no de la forma que lo están siendo... Quiero decir... ¿En serio? ¿Me miras con esos ojitos tuyos otra vez? Me miras... me miras con esos ojos tuyos como si yo significara algo. No me importa que tengas cosas mejores que hacer. Me conformo con tenerte a veces. De vez en cuando. Sé que puedo considerarme afortunada por eso, por tenerte aunque sólo sea un poco.  No sé como van a salir las cosas, ni qué demonios estarás pensando para hacer lo que haces.
 
Sólo sé que hay cosas que no va a saber nadie. Y creo, que eso es lo importante.
 
 
(No matter what, remember: you know i'll always come for you.)
trescientos cincuenta y siete mil trescientos ochenta y cuatro-ene

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